Un toque de vida
Se acabó. Ni un día más perdiendo mi tiempo en vano, soñando con conseguir algo que nunca tendré. Ya basta. Hoy voy a valorar mi vida, a decir sí a las oportunidades que me regala el destino. Voy a desnudarme sin dudas ni dolor ante el sufrimiento, voy a aceptarlo para poder volver a ser feliz. Se que la vida no es perfecta, pero tampoco conozco a nadie ni nada que lo sea. Eso es parte del juego, abrazar lo imperfecto y bailar con ello formando tu propia melodía vital en el proceso.
Las penas pasan y se olvidan, igual que los momentos de alegría. ¿Por qué obsesionarme entonces con lo que no me gusta, con lo que no puedo cambiar, con lo que solo inunda mis días de tristeza? ¿No es mejor seguir adelante y aprovechar mi tiempo?
Nuestro tiempo en este mundo es limitado, pero parece que no aprendemos. Vivimos obsesionados con pequeños problemas, centrándonos en aquellos aspectos de nuestra vida que nos amargan la existencia: soy feo/a, gordo/a, me estoy quedando calvo, no soy lo suficientemente inteligente, lo suficientemente divertido/a, lo suficientemente carismático/a… Vemos todo lo que no tenemos en vez de disfrutar de lo que sí tenemos: dos piernas que nos pueden llevar a donde queramos, dos brazos para dar calor a quien se cruze con nosotros en el camino, y un corazón para albergar todos los momentos maravillosos que este planeta alberga en su regazo. Son todos los ingredientes necesarios para la receta de la felicidad.
Llegará el día en el que te sientas demasiado cansado/a y anciano/a para seguir caminando, y te darás cuenta de que estás al final del camino. ¿Crees que entonces te importará lo más mínimo todo aquello que hoy te parece importantísimo? Ni siquiera recordarás tus errores más que para reírte de ellos, sin embargo, recordarás cada vez que tuviste demasiado miedo y verguenza para intentarlo, para ir más allá, para crecer como ser humano.
Así que no desperdicies tu vida, no la vivas como si fuera eterna y tu tiempo no importara. Todo el dinero, la fama y el poder del mundo jamás sustituirán el bien más preciado que tenemos: nuestro tiempo. Así que saca de tu vida todo aquello que la lastra, a todas las personas que no te ayudan a desplegar tus alas sino que se dedican a cortártelas, a decirte que no eres lo suficientemente bueno/a, que no te mereces cumplir tus sueños. Porque lo que hoy te parece increíble lograr, un día puede ser parte de tu rutina diaria. Te despertarás una mañana y te darás cuenta de que eres incapaz de reconocer a tu yo pasado. Ese es el mayor regalo que nadie podrá hacerte jamás, y ese regalo solo te lo puedes hacer tú mismo/a.
Es todo lo que pido. Un toque de vida.